Uno no sabe lo que sabe…

No es lo mismo decirle a alguien qué hacer que hacerle sentir que está haciendo lo correcto. Y ahí radica la magia.

Aristóteles decía: «Uno no sabe lo que sabe hasta que lo puede enseñar a otro».

Enseñar no es solo transmitir conocimiento, es hacerlo de manera que el otro lo reciba, lo entienda y lo aplique. Cuando eres capaz de enseñar lo que sabes, es porque de verdad lo entiendes, y esa comprensión es la base del verdadero liderazgo.

Recuerda esto la próxima vez que estés frente a tus hijos o compañeros de trabajo. Piensa en cuándo estabas abajo, en lo que más te gustaba que te trataran.

Lo que la gente más admira es ser escuchada y atendida. Ese es un valor fundamental.

Es curioso cómo muchas veces pensamos que el liderazgo es solo para “los grandes”, pero el verdadero líder no es solo quien da órdenes, sino quien sabe lo que es estar en el lugar de los demás.

Para guiar, primero debes generar confianza y empatía.

Escucha, sé que cuesta.

Cada día, despierta con la premisa de escuchar más y hacer sentir a los demás que sn con tu presencia.

Tienes dos orejas y una boca por una razón: escuchar más y hablar menos.