SOLA

31. julio 2025 | 

pero con WIFI

Hay una cosa a la que la gente le tiene miedo.
No es el coco.
Tampoco el sereno.
Ni la digestión metida en la playa.

SOLEDAD.
¡Uy! Palabra que espanta.

Imagínate meterte al baño acompañado.
Imagínate hacer un examen entre dos.
Imagínate que todos los que están alrededor tengan la misma alergia que tú:
¡moco parejo! ¡Compártense los pañuelos!

Imagínate qué aburrido…
No tener minutos, o tal vez horas, para fantasear con ese yate,
ese Ferrari,
esa casa con una biblioteca gigante y un escritorio para escribir muchos libros.
Una casa con piscina para los influencers,
un baño para los haters…
En fin, lo que tú quieras que sea tu sueño.

Imagínate andar para todas partes siempre con alguien.

¿Te has sentado en la mesa de un restaurante a tomarte un café,
un té frío, un vaso con agua,
sin hacer nada más que observar a la gente
y escuchar lo que hablan?

No.

Pues deberías.

A veces la incomodidad está en la tranquilidad.
Porque vamos por la vida apagando fuegos,
persiguiendo ese “éxito” que, cuando llegue, nos dará la felicidad.

En la soledad, Cervantes escribió El Quijote.
Carl Jung no habría escrito El libro rojo.
Newton, mirando los árboles, se preguntó por qué las manzanas caían.
J.K. Rowling, en bancarrota, escribió Harry Potter desde un café.

Dile a la incomodidad.
Porque eso que da miedo,
a veces,
es justo el camino que deberías tomar para avanzar.

Quien teme a la soledad no se siente suficiente para seguir.

Ni tan calvo,
ni con dos películas,
ni con un concierto encima,
ni con grillos eternos.

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