¿Enseñar y vender es lo mismo?

24. septiembre 2024 | 

Enseñar y vender comparten los mismos principios esenciales.

Fíjate:

Un estudio publicado en la revista Child Development encontró que los estudiantes que tenían maestros empáticos y motivadores eran más propensos a recordar sus experiencias escolares de manera positiva.

Según datos del National Center for Education Statistics (NCES) en EE. UU., alrededor del 60% de los estudiantes reportan sentirse apoyados emocionalmente por al menos uno de sus maestros, lo cual contribuye a una mejor percepción del colegio.

En un estudio realizado por la Fundación Nacional para la Investigación Educativa en Reino Unido, el 67% de los adultos reportaron recordar a sus maestros más influyentes, y la mayoría de ellos tenían recuerdos positivos de aquellos maestros que los inspiraron.

Según la Asociación Estadounidense de Psicología (APA), aproximadamente el 20% de los estudiantes han experimentado ansiedad significativa relacionada con el colegio, principalmente debido a factores como el rendimiento académico o problemas sociales.

Un estudio de Unicef en 2020 mostró que entre el 25% y 30% de los estudiantes en varios países informaron haber sentido algún tipo de miedo o ansiedad relacionado con el comportamiento de sus maestros (principalmente debido a métodos disciplinarios o actitudes percibidas como estrictas).

¿Quiere decir que para aprender hay que sentir?

¡Sí!

Dos veces sí.

¡Mil veces sí!

La conexión entre la emoción y el aprendizaje ha sido ampliamente estudiada en psicología y neurociencia, y se ha demostrado que sentir es una parte crucial para aprender de manera efectiva.

Las emociones intensifican la memoria. Las emociones positivas, como el entusiasmo o la curiosidad, aumentan la motivación para aprender.

Fíjate, fíjate, fíjate:

Un maestro que hace sentir rabia, frustración o amenaza a un niño es un maestro que, además de ignorar lo anterior (o quizá lo sabe y lo ignora deliberadamente), es un mal maestro. O, incluso, alguien que debería cambiar de profesión.

¿Por qué este juicio tan categórico de mi parte?

Porque un maestro que no sabe vender la alegría del aprendizaje, el valor del cambio, del avance y de la diversidad, además de ser un mal vendedor, es un mal maestro.

No sabe captar la atención de los niños para que aprendan. Por lo tanto, es doblemente pobre, porque quizás tuvo maestros aún más pobres que él.

En el colegio, muchas veces matan la curiosidad, el interés y las ganas de aprender.

En los colegios, a menudo forman «soldados» que creen que deben ser perfectos, no cometer errores, sentarse derechos, guardar silencio y escuchar a la máxima autoridad que está parada frente al pizarrón.

Es difícil encontrar un buen maestro, y, por lo general, los buenos maestros no son quienes enseñan matemáticas o lengua, sino aquellos que enseñan las materias consideradas «no fundamentales para la vida», que, paradójicamente, terminan siendo las más esenciales. Estos maestros casi que agradecen de rodillas la oportunidad de enseñar lo que saben.

No, señores, todo aprendizaje puede ser beneficioso si lo que se aprende es positivo.

Y lo que más deberían enseñar los maestros es la empatía.

¿Por qué un niño debería confiar en un maestro si no lo conoce?

¿Por qué un niño debería confiar en un maestro si los padres le repetimos que no debe confiar en desconocidos?

¿Por qué un maestro, que vive con la perspectiva de una pensión escasa y un sueldo miserable, va a enseñar a un niño a ser libre, independiente y productivo?

Podría llenar esto con una larga lista de «por qués», pero, como sería demasiado extensa, se la dejo a la imaginación de ustedes.

Los maestros tienen más poder del que deberían tener, y son servidores de la sociedad, no dueños de la verdad y mucho menos del conocimiento.

Los derechos humanos también se respetan en un salón de clases.

Son 28 puntos, señor maestro, no es muy largo de leer.

Si no logra interesar a los estudiantes en el contenido que está enseñando con respeto y empatía, es como si no lograra convencer a un cliente de la importancia o el valor de su producto.

De la misma manera que un vendedor debe conocer a su cliente, generar interés en el producto, comunicar con claridad, inspirar confianza y ofrecer soluciones, para un maestro estos puntos no deberían ser indiferentes.

Por lo tanto… redoble de tambores…

Para enseñar, hay que hacer sentir, señor maestro, maestra, maestre, no infundir miedo sino respeto.

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