¿Qué hacer?
Dicen que no hay libro tan malo del que no se pueda aprender algo bueno. Esto me pasa con este libro que me regalaron y que he decidido terminar de leer. No voy a decir el título ni el autor porque no quiero perjudicarlo; no es la idea.
Solo quiero describir la situación.
Para empezar, no me gustan los libros que empiezan dándote una lista de cómo vivir mejor, cómo aprender a hacer algo en 5 días o cómo ser un estratega vendiendo barcos que transportan petróleo en 5 fáciles pasos.
¿Por qué?
Me parecen muy encasillados.
Me parece que venden una verdad absoluta.
Me parecen inquisitivos.
Por eso pensé en dejar de leerlo, pero decidí seguir. ¿Por qué?
Antes pensaba que perdía mi tiempo, pero ahora pienso que me está dejando algo bueno: ampliar mi espectro y ver la diversidad como algo positivo.
He llegado a la página 65 de 151, es decir, voy más o menos por la mitad.
Si dejo de leer, no sabré qué más tiene que decir. Si sigo leyendo, lo peor que puede pasar es que no me termine de gustar, o que encuentre algo bueno en la otra mitad del libro.
Hay gente que no es buena recordando nombres o que, por el contrario, tiene tanto ruido mental que le cuesta concentrarse. Aunque llamar a la gente por su nombre es una muestra de respeto y atención, hay gente que no lo logra.
Evitar argumentar me parece un consejo bastante tajante. Obviamente, este consejo no está dirigido a personas que quieren y les gusta vender, algo que hacemos naturalmente sin darnos cuenta todos los días de nuestra vida.
Creer en el potencial de las personas es difícil si no se ha generado confianza y es una máxima del marketing. Es difícil creer en algo si no hay algún tipo de indicio que pueda generar un mínimo de credibilidad. Hay que confiar, y si ya te decepcionan, queda la experiencia. Confía en el efecto Pygmalion.
Pues aquí voy, sigo confiando en que el libro tiene algo bueno.
Si quieres comentar este post, entra a www.dingapprentice.com o escríbeme a hola@dingapprentice.com.
Gracias por leer.