¡La polla! … me mandó a leer

La polla… y sus sesgos mentales

En Venezuela, la polla es la hembra del pollo.
En España, no.
¡Yo no lo sabía hasta este año!
— Hombre, ¿cómo no lo vas a saber?
— No lo sabía.
¿Ignorancia o sesgos mentales?
Pues no lo sé.

Desde que vivo en Europa y veo más contenido español, ya es conocido que la polla en muchas partes no es la hembra del pollo.

Mi profesora de castellano era catalana y no era muy guapa. Tenía un corte de cabello masculino o, mejor dicho, corto. Era rubia, digo rubia porque Chuchito la debe tener en su santa gloria. Y le encantaba usar faldas, y sus piernas eran exactamente muy parecidas a las de un pollo.

Yo repetía como un loro porque, aunque se llamaba Mercedes, la profesora tampoco era la más simpática. Además, si te sentabas en primera fila, lo más probable era que necesitaras un paraguas, porque ya sabes, el acento español.

Entonces, hablando con un amigo de Zaragoza, estábamos hablando —no de la polla— sino del idioma castellano y de la palabra “necio”. Él me dice que necio en España es una palabra que se usa en la literatura y está muy pasada de moda. Yo le dije que mi papá siempre la decía, y que “la polla” siempre nos enviaba a leer a Cervantes, es decir, a Don Quijote.

Por supuesto, ocurrió eso que se llama un malentendido. — ¿Cómo que la polla me manda a leer el Quijote?
Pues le expliqué que los de los niveles más bajos heredamos ese pseudónimo para la profesora, por su manera de verse. Es Venezuela, ¿qué se puede hacer? Y lo repetíamos deliberadamente.

Una vez, la profesora contó que su esposo se había conseguido a alguien, el papá de una alumna, que le había preguntado si él era el esposo de la polla. Muy brava, lo reclamó en cada clase, y nosotros no entendíamos su molestia, porque, ¡es que se veía tal cual!

Entonces, me dices: “pero es que en España no significa eso que en Venezuela, y siendo ella catalana, ya te imaginarás con qué la estaba comparando.”

En ese momento me empecé a reír y entendí la burrada que medio colegio, año tras año, había cometido, y que nadie comprendía la manera tan absurda de sentirse ofendida.

¿Ignorancia o sesgos mentales?