La clave para evitar discusiones innecesarias

Hay dos palabras que salvan conversaciones polarizantes, discusiones absurdas y toneladas de energía malgastada.

Son simples y  evitan problemas, desgastarte con gente que solo quiere ganar y entregan paz cuando sientes que el agua te llega al cuello.

No necesitan explicación, ni envoltorios de coaching barato, ni promesas mágicas de PNL.

Son tan poderosas que desarman al más terco sin levantar la voz.

Algunos “gurús” aseguran que decirlas mucho te hace flojo, que apaga tu mente y te cierra al conocimiento. Como diría Odin Dupeirón: pensamiento positivo mágico pendejo.  La verdad es otra porque nunca vas a saberlo todo. Nadie lo sabe. Y admitirlo no es debilidad: es libertad.

Cuatro letras separadas por un espacio. Dos gemelas humildes y sabias que deberían enseñarnos en la escuela antes que la tabla periódica.

Esas dos palabras son: no sé.

Y ahí está la magia. Cuando aceptas que no lo sabes todo, te abres a preguntar, a escuchar, a aprender. La curiosidad se enciende y te mantiene vivo.

Decir “no sé” no te quita valor, te lo multiplica. Te hace más humano, más ligero y, sobre todo, más auténtico.

La próxima vez que alguien busque discutir por discutir, no pierdas el tiempo. Sonríe, respira… y suelta esas dos palabras que lo cambian todo.

No sé.