Hasta que le picó el cogote

3. diciembre 2024 | 

Repite, ¡repítelo! Como si fuera un grito de cheerleaders

Tenía once días sin escribir… hasta que me picó el cogote y me senté.

Escribe, escribe, escribe…

¿Te ha pasado?

Esa reacción ante algo que parece físico, como si un «picor en el cogote» te obligara a actuar.

Esa incomodidad, presión o estímulo que te hace moverte, como cuando sientes que alguien te está mirando… y sí, te están mirando.

O cuando ignoras a alguien y su insistencia rompe tu paz con una dosis letal de necedad.

¿Te pasa?

Es un poder y lo puedes usar.

¿Brujería?

Tal vez.

Hasta que le pique el cogote.

Ahora, piensa en ti misma como una triunfadora. Con tu sueño hecho realidad: vestida como quieras, de Prada, de seda, o incluso de Aldi. En el carro que sueñas: carreta, bicicleta, Lamborghini.

¡Se puede, claro que se puede!

Te cuento: hace unos días, esperé a alguien diez minutos. Empecé a repetir su nombre, una y otra vez, como jugando al escondido: ocho, ocho, ocho, ocho…. Apareció. Le pregunté, respondió, y dejé de esperar.

¿Funciona? No me creas; no lo intentes, no funciona.

Me crees; lo intentas, ¡funciona!

Eso.

Así sucede cuando te ilusionas con algo o te enamoras del chico de la esquina que no se baña.

Lo ves en todas partes porque lo imaginas.

Ahora imagínate: un trabajo que amas, dinero suficiente, amigos buenos, familia espectacular, con hijos o sin hijos, en la playa.

Acompáñalo con un reloj, movimiento y acción, porque en el sofá, soñando con ser millonaria, ni Willy Wonka vende chocolates.

Nos leemos pronto, en el próximo artículo, seguro para contarte cómo triunfé… como la Coca-Cola.

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