El Home-Run decisivo

Fíjate:

Siempre he pensado que hay dos cosas muy importantes en un deporte.

No una, dos.

Dos cosas: la mente y el corazón.

Estrategia y deseo.

Fíjate:

Cuando mi hijo descubrió el Baseball, se dio cuenta de que tenía que practicar para hacer un home run y concentrarse para hacer un out. Lo de hacer el out tiene más rollo. Sacar a alguien del juego cuesta más.

Así que vamos por partes.

Volvamos al home run.

¿Qué le digo yo siempre cuando batea? Concéntrate en la pelota.

Piensa cada vez que bateas que la metes hasta el final, aunque no siempre lo vayas a lograr.

El deseo de un home run no solo es un deseo, también es práctica.

Deseo y práctica. Trabajo.

Todos los días mi hijo practica para que cada vez que agarre su bate y se ponga frente a una pelota, acierte un home run.

Cuando llega al campo de juego, la expectativa de batear un home run es cada vez mayor.

La posibilidad “razonable” de que eso suceda es más real.

La esperanza de conseguir un home run es cada vez más “realizable” porque ha hecho todo lo que puede hacer, trabajar su deseo.

Pero no todo depende del bateador; hay otras cosas que influyen.

Así que, como segura solo la muerte, en la vida no hay 100% seguridad de nada.

Saber que algo puede fallar es de sentido común.

¿Que hay que confiar? ¡Sí!

¿Que hay que confiarse? No.

¿Y a qué viene todo esto?

Hoy, 28 de julio, son las elecciones número  28 creo, en un lapso de 25 años para sacar una dictadura que nos trae por la calle de la amargura.

La meta: recuperar las libertades.

Ganar es como un home run, pero después viene lo más difícil: hacer doble play para terminar este inning que lleva 25 años jodiéndonos los sueños.

Lo peor que puedes hacer es poner la expectativa de tu vida en unas elecciones.

Hoy puede ser el primer paso para un futuro mejor, pero tu futuro no depende únicamente de que se gane hoy o no.

Hay que trabajar.

“Las expectativas suelen fallar, generalmente allí donde más prometen”. – William Shakespeare