Demasidado bueno…

Fíjate en esto:
Te pasan tantas cosas malas que, cuando al fin te ocurre algo bueno, sueltas la típica frase: “demasiado bueno para ser verdad”.

¿Por qué? Porque llevas tanto tiempo chapoteando en el charco de barro que ya no crees que alguien pueda sacarte de ahí. Es como en una escena  peli de 1998 What Dreams May Come (Más allá de los sueños), donde todo parece arrastrarte al fondo como si estuvieras en el purgatorio.

Pero déjame decirte algo: atrévete a mirar las cosas buenas que ya te pasan.

Hay especialistas en lo que yo llamo matemáticas trágicas. Y no, no me refiero a los que pierden dinero en la bolsa o montan un hotel que nunca ve un huésped. Hablo de los que están desesperados por reunirse con los amigos… solo para contar lo mal que les fue. Se convierten en el centro de atención siendo las víctimas oficiales del grupo.

¿Te suena?

Pues es hora de darle un chance al adulto que vive dentro de ti. Ese que entiende los riesgos, que sabe que fracasar no es el fin del mundo, sino solo un resultado. Y que triunfar no te convierte en un dios del Olimpo, sino en un mortal que tiene que seguir creando, aprendiendo y renovándose.

Esto no está escrito en piedra, ni es un secreto de ultratumba. Es el día a día. Lo dicen los libros de psicología, lo dicen las historias de quienes se atreven. El problema es que dejamos que los miedosos nos machaquen los errores porque ellos no soportan la frustración.

¿La verdad? El que más se autoflagela eres tú.

Así que, deja de contar matemáticas trágicas y atrévete a sumar experiencias.