Daddy Yankee se ha quedado con

Un día bailabas reguetón hasta destornillarte la cintura, y ahora bailas con andadera. Y no porque tengas 90 años, sino porque “de repente” te quedaste sin energía.

Se la llevó Daddy: la gasolina, el reguetón y la coreografía.

Pareces un hámster: crees que avanzas, pero estás más parada que el Palito.

No te dan ganas ni de cepillarte los dientes, andas en pijama todo el día, no tienes fuerzas ni para combinar rojo con amarillo, y la mano no te da para agarrar un lápiz y llenar ese calendario magnético en la nevera.

Hacer ejercicio en casa te pesa. Ya ni recuerdas si ayer entrenaste piernas, pies, torso o la cadera que ya no baila.

Te pones una media negra y una blanca. Y si te peinas… es un milagro.
Sé por lo que estás pasando. Te entiendo.

Así que aquí va mi consejo, antes de que vayas al doctor y te recete ansiolíticos, peleolíticos y rocandolíticos (no sé de qué hablo, pero suena todo a Edad de Piedra):

Uno: Busca ayuda guiándote por tu intuición. No por lo que piensen los demás. Pensar en lo que otros piensan es de tontos.

Dos: Si no tienes fuerza ni para bajar al sótano o subirte a la caminadora, busca energía externa. No eres Sullivan, pero necesitas un Mike. Un entrenamiento grupal puede devolverte el motor.

Tres: Cambia tu alimentación. No te pido que eches limón al café (además de asqueroso, podría desintegrarte el estómago). Solo reduce los carbohidratos y esos ganchitos naranja con amarillo 5XYZ. Sabes de qué te hablo.

Si todo falla: sal a pasear tu “tristeza” con gafas oscuras, gorra y tu mejor ropa deportiva. Sin música, sin ruido, sin móvil. Solo tú. Y si al volver a casa necesitas llorar, hazlo.

Despídete de quien fuiste. Puede que estés en construcción.

PD: No eres la primera ni la única.