La flojera: más aburrida que organizar facturas viejas para la declaración de impuestos

Aprendí contabilidad y no me gustó por una cosa: las facturas viejas.

Organizarlas es tedioso, requiere mucha atención a los detalles y nadie lo disfruta realmente. Además, es una tarea que parece no tener fin y casi nunca se siente gratificante, pero es necesaria para evitar problemas con el fisco.

Lo mismo pasa cuando quieres aprender algo y te encuentras con ese pocotón de gente más floja que la gelatina, que definitivamente no inspira a nadie.

¿Te dicen que no puedes? ¡Perfecto! Eso solo significa que vas por el buen camino. La flojera en el aprendizaje es el club al que todos se apuntan sin esfuerzo. Pero, ¿y si tú juegas a la contra?

Aquí no se trata de ser perfecto; se trata de avanzar. Aprender algo nuevo no es un paseo por el parque, y si lo fuera, todos serían autónomos. Vivimos en tiempos en los que lo queremos todo ya, rápido y perfecto; si no, ¡lo descartamos! Eso es una trampa.

Quienes te dicen «no puedes aprender esto» están confesando que ellos no tienen las agallas para hacerlo. Aprender duele, incomoda y está lleno de tropiezos. Pero, ¿sabes qué? Ahí es donde está la magia.

No necesitas ser el mejor, ni siquiera tienes que hacerlo bien desde el principio. Es como cuando sales a correr: no importa si eres el más rápido o si vas último en la fila. Lo que cuenta es que sigas corriendo. Porque cuando el talento se toma una siesta, la constancia gana la carrera.

Así que la próxima vez que alguien te diga que no puedes, sonríe. Porque, spoiler alert: ¡ya les has superado! Ellos te dan sus excusas, tú ponles tu esfuerzo.

El aprendizaje es la vida misma. Y la vida, amigo mío, no se vive desde el sofá ni desde los comentarios de los que solo ven desde la barrera.

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