¿Cómo cerrar la puerta?

14. octubre 2024 | 

¿O sería mejor dejarla entreabierta?

Fíjate bien.

Hay dos palabras mágicas que pueden salvarte, incluso en esos días en que todo parece ir mal. Estas palabras tienen el poder de abrir o cerrar puertas en tu vida. Y si no las usas, esa puerta se cierra de golpe.

Hace unos días, entré a una tienda buscando unos zapatos para el invierno. Bueno, técnicamente es otoño, pero, honestamente, ya tengo frío y soy más de calor.

Entonces, la vendedora estaba un poco de mal humor, atendiendo a un cliente bastante exigente e indeciso. Por más que ella se esforzaba por cumplir sus requerimientos, no lo lograba. Los zapatos que él quería no estaban en la tienda. Mientras más lo escuchaba, más ganas me daban de decirle que se hiciera él mismo sus zapatos. Me estaba empatizando tanto con la vendedora que yo también comenzaba a ponerme de mal humor.

Así que decidí ensimismarme y comenzar a ver los modelos de zapatos. Ya sabía lo que quería, pero no encontraba mi número. Cuando la mujer finalmente logró zafarse de ese cliente, lo primero que le dije fue: “Ay, por favor, ¿podrías ayudarme? Quiero este modelo, pero creo que no veo mi número o se ha acabado.”

Al pronunciar la palabra “por favor,” noté que su ánimo y su expresión cambiaron. Me respondió: “Claro, déjame buscar.”

Ella fue, buscó y lo trajo. Lo probé y, perfecto; estaba contenta con mis zapatos de invierno, listos para mantener mis pies calentitos en otoño.

Al finalizar, le dije: “Muchas gracias, qué bien que encontraste mi número.” Pensaba en el tráfico y el frío que estaba haciendo, y que lo único que me apetecía era quedarme en casa leyendo un buen libro. Pero hay que hacer lo que hay que hacer, y para poder salir a caminar en el monte, necesitaba, además de la intención, los zapatos adecuados.

He cerrado la puerta y me he ido, pero la he dejado abierta. Con las palabras “por favor” y “gracias,” logré cortar la carga emocional negativa que traía del otro cliente y conseguí que me atendiera amablemente.

Ya sé que me vas a decir que es su trabajo y que tiene que hacerlo lo mejor posible para atenderme bien. Pero en el otro sentido es igual. Que sea la vendedora de zapatos no implica que yo tenga que tratarla mal. No está en la obligación de atenderme; es su zapatería y puede decidir a quién le vende y a quién no.

¿Que traes dinero? Sí. Pero ella es la que vende los zapatos que tú necesitas. Estás entrando en su negocio, no al revés.

Así que una cosa es la educación y otra cosa es el negocio. La educación va por delante del negocio.

¿Cómo vas a cerrar la puerta? ¿Con llave y la vas a lanzar al mar? ¿Con un portazo? ¿O con un gesto de agradecimiento?

Leave A Comment

Artículos similares