¿Lentitud, flojera o ineficiencia?

30. septiembre 2024 | 

Parálisis por exceso de análisis.

Fíjate.

Me encantan los libros de divulgación, escuchar historias de éxito y superación. Y seguro que te estás preguntando: “¿A mí qué me importa?”

Pues tal vez sí te importe, porque lo que te voy a contar puede que nunca lo hayas pensado.

La eficiencia es hacer algo en el menor tiempo posible y con el menor esfuerzo. Pero a muchas personas, eso de «lo más rápido y fácil» les suena complicado. En la escuela nos han enseñado que «lo que vale cuesta», que los diamantes se hacen bajo presión, y otras ideas similares. Nos han entrenado para ser eficientes, no eficaces. Es decir, nos han enseñado a cumplir con lo que hay que hacer, pero sin reflexionar en los costos o en si realmente es lo más acertado.

Nos han entrenado para hacer sin pensar. Y aquellos que se atreven a cuestionar, a reflexionar más allá, son los que se salen del guion.

Ahora, por otro lado, hay personas que piensan tanto y lo cuestionan todo, que acaban sin hacer nada. Se les pasa el tiempo, y cuando finalmente deciden actuar, ya no vale la pena. No aterrizan proyectos, no concretan contratos, no cierran ventas. Simplemente le dan vueltas a todo y nunca pasan a la acción.

Eso es lo que se llama parálisis por sobreanálisis. Pensar está bien, claro, pero también hay que saber cuándo parar, porque el exceso de reflexión puede hacerte perder el momento ideal para actuar.

 

Fíjate, fíjate, fíjate…

Te cuento algo: aprendí a andar en bicicleta de grande. Tal vez no sea algo tan extraordinario, porque muchos lo habrán hecho también de adultos. Pero en mi caso, tenía que aprender en 10 horas lo que no logré de niña, cuando probablemente habría tenido más tiempo para caerme, levantarme y curarme las rodillas con mertiolate.

De adulto, las cosas cambian. Valoramos más el tiempo, nos damos cuenta de que no tenemos 14 años más para aprender a montar bicicleta.

Un día, vi un anuncio de un curso que te enseñaba a andar en bici en solo 8 horas. Las últimas dos eran para hacer un examen de seguridad vial, para ver si realmente habías aprendido. Y claro, nos encanta validarnos, recibir un certificado que diga “¡Lo lograste!”

En ese curso, tenía que ser eficiente, aprender en poco tiempo y con el menor esfuerzo. Es lo que hace la presión. Pero no cualquier presión, sino esa presión que motiva. Cuando te dicen que todos han aprendido en esas horas, tu cerebro empieza a convencerse: “Si ellos pueden, yo también”.

Este tipo de pensamiento es solo parcialmente cierto. Claro, si te lo propones, puedes lograr muchas cosas, pero también tienes que aceptar tus limitaciones y circunstancias. De hecho, hubo una persona en ese curso que no pudo aprender, porque el estrés postraumático de la guerra no le permitió superar el miedo de perder el equilibrio.

No todos los cerebros son iguales ni cargan las mismas historias. Por eso, antes de decirle a alguien “tú puedes, yo pude”, recuerda que cada quien tiene su propio camino.

Este tipo de motivación mal entendida puede ser peligrosa. A veces, intentando inspirar a otros y hacerles ver que podrían estar mejor, lo único que logramos es crear más caos en sus cabezas.

Imagínate por un momento que los policías, barrenderos, carteros, o choferes comenzaran a cuestionarse si deberían hacer sus trabajos. ¿Cómo crees que funcionaría el mundo si quienes hacen estos trabajos esenciales decidieran no hacerlo porque podrían “estar mejor”? Tal vez sí merezcan algo más, pero si todos lo cuestionáramos todo sin movernos, el mundo se detendría. Todo paralizado por sobrepensar y sobrecuestionar.

Para evitar esta parálisis por análisis, necesitamos algunas herramientas clave:

  1. Reconoce que estás sobrepensando.
  2. Entiende que no se trata de procrastinar, sino de que tu cerebro está gastando toda su energía en pensar, en lugar de actuar.
  3. Entrena a tu mente para decir: “Ya pensaste lo suficiente, ahora es momento de actuar”.

Descubrir esto requiere atención, autoevaluación, y aceptar que cada cerebro funciona de manera distinta. Pero, sobre todo, requiere práctica constante.

Entonces, te pregunto: ¿Sabes cómo funciona tu cerebro?

 

 

Comentarios de gente altamente inteligente

Aquí abajo

Saber cómo llegaste a este artículo es muy valioso para mí. No dudes en compartir tus ideas y sugerencias, será un placer leerte. Y si te ha gustado, compártelo con tus amigos y familiares, ¡seguro que también lo disfrutarán!

¿Dónde?

Aquí abajo en la casilla de los comentarios.

 

¿No te gustó?
No pasa nada, simplemente dale clic a esa ‘X’ mágica en la esquina superior derecha que te ayudara a salir inmediatamente, es para la gente sin oficio.

 

Mejor dejemos que algo positivo crezca entre todos.

 

¡Buenas vibras y comentarios aquí en el link de abajo!

Gracias.

 

Artículos similares