Deja que te cuente…

Fíjate en una cosa nada más.

Hay gente que, después de una caída, no solo se duele por la herida, sino por quienes dejan de aparecer.

En «Déjame que te cuente», Jorge Bucay parafrasea una historia que es para subrayar y quedarte mirándola fijo.

Un joven atleta sufre un accidente y queda en silla de ruedas. Antes del golpe, era el alma de los trotes, las salidas, las risas.

Después, silencio.

Nadie lo llama para correr. Nadie lo pasa a buscar. Nadie le pregunta si quiere venir.

Y un día, roto por dentro, se le pasa por la cabeza algo oscuro:

«Si ellos también fueran minusválidos como yo, no me habrían dejado de lado.»

Brutal.
Real.
Humano.

Porque a veces, en el fondo, deseamos que el mundo se joda igual que nosotros, solo para no sentirnos tan solos.

Y ahí está el veneno.

El problema no es perder las piernas.

El problema es perder los vínculos.

Y más todavía: rodearte de personas que solo estaban cuando podías seguirles el ritmo.

No esperes que los demás se rompan para quedarse contigo.
Busca a los que te vean como eres hoy.
Y que aún así, quieran caminar a tu lado.

Eso, eso sí es una carrera de fondo.

PD: Según la historia, el tipo pensó en cortarle las piernas a todos sus amigos.
Y tú preocupado porque no te responden un mensaje.