Lo que mata un sueño…

¿Sabes qué mata más un sueño que cualquier crítica o cualquier hater estreñido?

Algo peor. Algo que lo mata antes de haber nacido siquiera: una excusa.

«Pero es que…» Y ahí empieza la lista interminable de razones por las que no vale la pena intentarlo. Los obstáculos, los riesgos, los monstruos imaginarios que aparecen en el camino. No sea que, en el peor de los casos, te encuentres con el fracaso, la crítica y el golpe a la reputación por haberlo intentado y no haberlo logrado.

Pero, de verdad, ¿vale más la pena lo que diga la gente?

Gente que, además, ni siquiera ha intentado nada. Que está ahí, con el dedo ametrallador, señalando los errores de quienes sí lo hacen. ¿Tú crees que esa gente merece algún tipo de respeto?

Entonces dime, ¿cómo se gana el respeto?

Respóndete esa única pregunta. Y luego piensa si alguna de esas personas cumple con alguno de esos requisitos.

Ahora, deja la excusa y hazlo.

Porque desde que se inventaron las excusas, todo el mundo quedó excusado.